jueves, 11 de diciembre de 2008

Cortejo, Locura, Amor y Muerte

Para mi estimada, ilustre y leal amiga Isabel,te quiero mucho y espero que tu muerte en esta historia lo demuestre hahaha. Y para todo aquel que disfrute con una buena historia, de cortejo, locura, amor y muerte.



Una calida brisa y el cantar de la misma disfraza mi pesadilla de sueño, mis gritos se pierden en el vacio y cada vez me acerco mas al suelo, la imagén del cadaver de Isabel y el recuerdo de su aroma, aceleran mi caida.


pero para que esto tenga sentido, si es que lo tiene, debemos regresar en el tiempo unos dias. Me encontraba caminando solitario por una oscura y lejana carretera, no muy lejos de el salto de un valle, pasaron varias horas antes de que alguien se compadeciera de mi y me llevara hacia la capital. El largo camino fue ambientado por un viejo casette de Julio Iglesias y las historias de una tierna anciana. Entrada la madrugada aquella tierna anciana me dejó en un hotel del centro. Pedí una habitacion y me fui a la cama. Al despertar eran las 4:00 pm, sali a caminar y a matarme con un marlboro, cuando en la distancia la vi, a aquella venús de milo que no caminaba sino levitaba, el tipo de doncella que jamás determinaria a alguien como yo. Armado de valor, y esperando el rechazo absoluto me aceruqe y le dije:

-Disculpa si te molesto, mi nombre es Juan David, y a decir verdad estoy perdido, busco el camino hacia tu corazón y si en el camino encuentro tu nombre mejor aun.

Con un tierna pero sátirica sonrisa, me respondio, Isabel, y el camino es por aquí, en aquella esquina hay un café, ahí comienzan las baldosas amarillas jijijiji. - Nada podria ser mas perfecto, escepto tus ojos claro.

Esta vez me dedicó una sonrisa de aceptacion y ternura, entonces comenzamos a caminar juntos. Increible, aquella hermosa mujer respondia, a la que seria mi tactica mas patetica, mi estupefaccion me hizó actuar como un retrasado, a decir verdad, su mirada me distraia.
Sin darme cuenta las palabras fluian con naturalidad, mi habitual timidez desaparecia cuando la tenia cerca, su calida y penetrante mirada, confundia mi actuary mi sentir, sin motivos el amor comenzó a circundar nuestras auras, flotaba en el aire como esporas. Entre risas y comentarios poco inteligentes de mi parte, se nos escaparon las horas, con la promesa de volver a vernos al día siguiente nos despedimos y ahcia distintos caminos partimos.

Mientras caminaba hacia el hotel , voces extrañas comenzarón a gritar en mi cabeza, sin razón aparente, un dolor insesante dominaba todo mi cuerpo, una interminable sed de sangre comenzó a aflorar, mi cordura se perdió entre mis gritos, entonces comencé a correr sin motivo, con el corazón exitado me abalance sobre un indigente, alguien que nadie extrañaria, aun callejón oscuro lo arrastre, estaba demaciado drogado como para resistirse, un extraño instinto assesino desperto en mi, yo no era yo, ciego por los dolores, le arranque la cabeza a aquel hombre, tan sólo con mis uñas y dientes, el repugnante sabor de su sangre calmo mis dolores, y silencio a las voces de mi cabeza. El olor de su sangre me dovolvió la cordura, al darme cuenta de mi despreciable actuacion, salí corriendo horrorizado, entre al hotel, manchado de sangre, entre a mi cuarto cerre la puerta con llave y me sente contra la puerta completamente destrozado, las horas pasaron sin darme cuenta, entre tanto el alba hacia su aparicion era roja, pues en la noche se habia derramado sangre inocente.

No recuerdo en que momento me dormí, solo que en mis sueños, solo estaba ella, tan perfecta como el mar en primavera, ella y aquel indigente trastornaban mi sueño. Al despertar supe que debia olvidar lo que habia sucedido y que debia volver a verla, no importaba lo que pasara.

Al llegar la hora d enuestro encuentro, mi corazón se movia tan rapido como un motor, me sudaban las manos, y una sola pregunta asaltaba mi mente, ¿vendra? Mi ansiedad en aquellos cinco minutos era comparable a tener un cañ haciendo presion en tu cien. Sin percatarme de su presencia comencé a monologar mientras me maldecia por pensar que vendria, con un breve toque en el hombre, supe que lo único que hacia era el ridiculo, pues ella habia estadoa mis espaldas, disfrutando de aquel bochornoso espectacúlo.

Al saludarla y ver sus perfectos ojos, cualquier indisio de ansiedad desapareció, dejando ver mi patetico yo. A decir verdad no recuerdo lo que hablamos, solo que yo respondia por instinto, pues no podia evitar mirarla fijamente, sus ojos me hechizaban y adormecian. Por donde fuese que la mirara solo encontraba perfeccion. Mi venús de milo, era lo único que mi mente rondaba.

Sin darnos cuenta, de nuevo calló la noche, acompañada de un manto de estrellas, con ese escenario y el amor circundante a nosotros, no pedir un beso seria estupido, aun si este fuese negado, lo cual no sucedió según recuerdo, pues si he de ser sincero en estos últimos momentos, ese beso me llevo mas allá del arcoiris, el sabor de sus labios se convirtio en mi heroina por un instante, aquel momento no pudo ser mas perfecto. De manera inocente le pedí acompañarla asu casa, vaciló unos instantes, pero accedió. mientras caminabamos por una calle decierta y algo oscura, voces en mi cabeza comenzarón a gritar, trate de ignorarlas mirandola fiajamente, pero mi esfuerzo fue inútil, de nuevo aquel insoportable dolor se apoderaba de mi, los gritos comenzaron a escapar, lo cual horrorizó a Isabel, pero a diferencia de loq ue yo esperaba y deseaba con toda mi alma, ella no me abandono, se quedo a mi lado preocupada por mi estado, las voces gritaban ahora mas fuerte y aquel dolor me destrozaba, pero mas aun lo que sabia que sucederia, entre mis gritos se escucho un perdoname, lo cual desconcertó aun mas a mi venús, enceguecido por el dolor y las voces de mi cabeza, la ataque rapidamente y le parti el cuello, estoy seguro de que no sufrió, luche conmigo mismo para estar seguro de eso.

Luego de haber arrebatado su vida, se deslisaron un par de lagrimas a travez de mis mejillas, lentamente la deje caer en el suelo, ahí mismo le arranque un pedazó de cuello con los dientes, de nuevo, la sangre calmaba mis dolores y silenciaba a las voces que gritaban en mi cabeza. Con su aroma flotando en el aire recorde sus besos, con su cadaver en el suelo, recorde que soy un cerdo, uno mounstroso. Mis lagrimas y lamentos no cambiaran nada de lo que he hecho, tal vez un acto lo haga. "Entonces Juan David besó el frio cadaver de Isabel y se alejó en la oscuridad, hasta llegar a la misma carretera donde su pesadilla comenzó, esta vez no pidió un aventón, simplemente se aserco al salto de aquel valle y desde lo alto terminó con su vida, mientras en el viento y la lejania un grito de perdón se perdia."